jueves, 30 de julio de 2015

Desde mi balcón, un intento de elaborar un atractivo relato crítico de lo que veo y escucho

Inmerso durante años en el trasiego cotidiano de la vida, la mía, la de mis hijas y la de mi compañera, a duras penas conseguía levantar la cabeza y ver con perspectiva y lejanía la trayectoria que yo seguía y la del mundo que me ha rodeado. En el torrente agitado de la vida el nadador difícilmente consigue ver con claridad el destino de las aguas, más allá de los escasos metros que sus ojos vidriosos por el agua le permiten ver. En ese torrente se deben tomar decisiones: o bien se deja uno llevar, sin meta diferente a la de mantenerse a flote, o intenta nadar hacia la ribera para erguirse sobre ella y atisbar la próxima o lejana cascada, remanso o meandro y, así, tener tiempo para adaptarse a los cambios; esta última ha pretendido ser siempre mi decisión.

Ahora, alejado por voluntad propia del torrente activo de la vida y ubicado entre las aguas tranquilas de la jubilación, solo alteradas por los inesperados encuentros con los afilados y peligrosos salientes de las rocas del trayecto que nos dañan la salud, pretendo subirme de forma sistemática a cualquier atalaya desde la que mirar lo que sucede, lo que nos sucede. Y, al igual que la anciana madre de mi querida esposa disfrutaba y anhelaba pasar todos los tórridos veranos, en un balcón de La Ribera junto a una famosa heladería, mirando las idas y venidas de los paseantes, las travesuras de los inquietos niños, las discusiones de las parejas para decidir dónde sentarse, pretendo yo también disfrutar mirando y oyendo, desde un balcón, lo que acontece en nuestra sociedad, contarlo y dar mi opinión sobre ello.

Pero mirar y  ver, oír y escuchar  son cosas diferentes: Podemos mirar un paisaje o una escena pero no todos  vemos lo mismo, podemos oír a varias personas, pero sólo escuchamos algunas cosas de las que se dicen o de las que nos dicen. Yo tendré siempre mi propia visión y escucharé solo algunas cosas, no lo podré evitar.

Pues instalado en este balcón desde el que se ven pasar a los toros con cierta tranquilidad y con aquello que yo veo y escucho,  con mis recuerdos y mi común sapiencia, intentaré elaborar un atractivo relato crítico.

Espero que sea interesante y que os interese.


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